La nieve no es solo una parte del nombre de Sierra Nevada. La cubierta de nieve constituye un elemento físico muy importante que condiciona la estructura del paisaje y también el funcionamiento de buena parte de los ecosistemas de esta montaña. La gran cantidad de agua congelada que acumula Sierra Nevada durante los meses fríos contribuye a suministrar recursos hídricos a bosques, pastos, matorrales y cultivos. Pero este manto congelado no solo tiene importantes efectos ecológicos. También constituye un elemento clave para ciertas actividades económicas. La estación de esquí de Pradollano es un buen ejemplo de este "servicio" suministrado por la nieve. Gracias a la existencia de nieve durante varios meses al año, Sierra Nevada alberga una de las principales estaciones de esquí de España. El negocio de la nieve genera cada año unos 200 millones de euros, que suponen en torno al 1.5% del P.I.B. de la provincia de Granada.
La estación de esquí de Pradollano se encuentra incluida dentro del Parque Natural de Sierra Nevada, y está rodeada por el Parque Nacional. Esto último limita bastante (si no imposibilita) su posible ampliación. Sin embargo, los empresarios granadinos reivindican periodicamente el crecimiento de dicha estación con objeto de aumentar el número de esquiadores y por tanto los ingresos económicos que suministra.
Al margen de las razones ambientales y legales que dificultarían o imposibilitarían una hipotética ampliación de la estación de esquí, quizás alguien debería de preguntarse si, teniendo en cuenta las condiciones ambientales que preveemos para el futuro, habría o no suficiente nieve disponible como para sustentar el negocio del esquí.
No es fácil predecir cómo evolucionará la extensión y duración de la cubierta de nieve como consecuencia del cambio climático. Y es más difícil aún hacer predicciones en una montaña pequeña y relativamente marginal a escala global como es Sierra Nevada. Sin embargo, tenemos algunos instrumentos interesantes:
Una primera herramienta útil es la teledetección. Gracias a los satélites de observación de la Tierra podemos conocer la evolución de la cubierta de nieve a escala global. El sensor MODIS (situado en un satélite de la NASA llamado Terra) nos envía imágenes con la extensión de la nieve en Sierra Nevada con periodicidad diaria. Hemos analizado todas estas imágenes desde la fecha de lanzamiento del satélite (2000) hasta la actualidad. Gracias a técnicas de análisis de series temporales podemos evaluar si hay una tendencia de aumento o retroceso en la duración de la nieve en Sierra Nevada. Los resultados que obtuvimos se resumen en el siguiente mapa. Los colores rojos indican que hay una tendencia de reducción en la duración de la nieve en ese punto. Los verdes indican que hay un aumento en la duración de la cubierta de nieve. Los píxeles que se encuentran recuadrados en gris son aquellos donde la tendencia es estadísticamente significativa.
Parece claro que la tendencia predominante es que la nieve durará cada vez menos. Esto haría pensar que quizás nos es una buena inversión trata de ampliar una estación de esquí en la que cada vez habrá menos nieve. ¿cuánto tiempo tardaríamos en amortizar la inversión realizada?…
Esta tendencia de reducción de la duración de la cubierta de nieve se acompaña también de una reducción en la superficie ocupada por la misma. Usando las mismas imágenes de satélite anteriores, hemos confeccionado la siguiente gráfica. Muestra la superficie promedio ocupada por nieve en cada rango altitudinal, en toda la serie temporal disponbile (2000-2009). También se muestra la tendencia de esta extensión para cada rango altitudinal (flechas). Todas las tendencias son negativas. Es decir, es previsible que la nieve ocupe cada vez menos superficie dentro de cada rango altitudinal. La estación de Pradollano se encuentra entre los cinco últimos rangos de algura (sombreados en verde en la figura).
Hemos realizado más análisis de las imágenes de satélite de MODIS. Se puede ver un informe más completo aquí. También es posible consultar todos los datos de MODIS a través de una aplicación web dinámica siguiendo este enlace (requiere registro gratuito)
Además de las imágenes de satélite, podemos tratar de preveer cómo será la cubierta de nieve tratando de predecir la intensidad de dos factores climáticos clave para la creación de nieve: la precipitación y la temperatura. Que haya lluvia para que se obtenga nieve es bastante obvio. Y que la temperatura sea fría para que la nieve se mantenga también. La escasez de agua puede suplirse mediante los cañones de innivación, que en la actualidad suministran una gran cantidad de nieve a los esquiadores. Pero para que estos cañones sean efectivos se necesitan temperaturas frías. ¿cómo cambiarán las precipitaciones y las temperaturas mínimas en los alrededores de la estación de esquí?. En el Observatorio de seguimiento de Sierra Nevada hemos generado modelos espaciales que muestran la distribución en el territorio de la precipitación y la temperatura. Para el entorno de la estación de esquí observamos tendencias de aumento de la temperatura y de reducción de la precipitación, si bien estas últimas son mucho menos evidentes. Abajo mostramos dos gráficas:
La primera muestra la precipitación media del pasado (1960-actualidad) y futura (2010-2100) para las altas cumbres de Sierra Nevada. La lluvia se expresa en litros por metro cuadrado y año. Los datos reales (los del pasado) muestran una clara tendencia de descenso en la precipitación. Los datos de futuro no parecen mostrar una tendencia clara. Cada línea del futuro se corresponde con los distintos modelos climáticos que usan los científicos.
La segunda gráfica muestra la evolución de la temperatura mínima, que es la más importante para producir nieve en los cañones. La temperatura se expresa en décimas de grado. Se observa una tendencia al aumento tanto en los datos reales (pasado) como en los predichos (futuro). Es decir, preveemos un descenso en el número de días potencialmente adecuados para producir nieve…
Con estos datos podemos concluir que no está claro que en las próximas décadas vayamos a contar con la cantidad de nieve adecuada para que el negocio del esquí siga siendo rentable. Los datos aportados no son concluyentes en absoluto, pero sí nos permiten poner de manifiesto que la pregunta inicial (¿habrá nieve disponible para esquiar?) tiene sentido y debería de incluirse en la agenda económica y política de los promotores de la ampliación de la estación de esquí.
Autores: Francisco J. Bonet García
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