Los estudios paleológicos evidencian  un proceso de aridificación progresiva desde hace 7.000 años. También se constata un aumento paulatino de las señales de la actividad humana desde hace 3.000 años. Este proceso de aumento de temperatura y de aridez también se pone de manifiesto en los indicadores paleolimnológicos de las lagunas nevadenses. En un rango temporal mas cercano, los restos de diatomeas y el contenido de clorofila-a fósil, reflejan un aumento de las temperaturas en consonancia con los datos climáticos existentes. 

El análisis de los usos antrópicos y de la vegetación en el pasado nos ha permitido entender la distribución y estructura actual de los ecosistemas. A través de informaciones catastrales y con el apoyo de talleres de cartografía participativa hemos podido reconstruir la  vegetación en diferentes hitos temporales (1752 y 1920) y conocer el efecto de diferentes plagas y eventos como crisis ecomómicas, sequías o incendios sobre la distribución de la vegetación. Un ejemplo de ello es el abandono masivo de las zonas de montaña cultivadas en cotas medias y altas tras la gran emigración en la década de los años 50-60 que han llevado a la densificación de robledales y colonización de zonas adehesadas, pastos y cultivos desde 1956 hasta la actualidad.

La información obtenida además nos permite plantear estudios para poder entender la relación entre estos usos en diferentes puntos del pasado y las funciones actuales de los ecosistemas como la regeneración de las masas de quecíneas. Existe un gradiente de regeneración natural en función del gradiente de intensidad de uso en el pasado: a mayor intensidad de uso en el pasado (cultivos) menor regeneración natural se observa en la actualidad, y viceversa. Estos resultados ponen de relieve la importancia de considerar el uso del suelo en el pasado cuando se valore el potencial de recuperación de vegetación autóctona en las  plantaciones de pinos..

Respecto a los sistemas tradicionales de regadío, la población de montaña actualmente se encuentran en proceso de envejecimiento y de crisis por la falta de recambio generacional y por los cambios en las formas de vida del ámbito rural. Por ello, los saberes campesinos asociados a los manejos de los sistemas hidráulicos y los cultivos y la ganadería de montaña, se encuentran en un acelerado proceso de desaparición que  es necesario conservar en la medida de lo posible.

Autores: Ricardo Moreno Llorca


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