En respuesta a las alteraciones ambientales, las comunidades de aves paseriformes están sufriendo cambios en su composición y sobre todo en su abundancia. Este hecho ha sido detectado mediante la comparación de datos obtenidos a principios de los años 80 y en la actualidad, en tres hábitats diferentes: robledal (1.700 msnm), matorral de alta montaña (2.200 msnm) y zona de altas cumbres (3.100 msnm).

Especies que eran dominantes en los años 80, han sufrido una disminución de sus poblaciones particularmente en el robledal y en el matorral de alta montaña. En el robledal, la densidad de aves en 1981 era de 108,1 aves/10 ha, mientras que actualmente es de 37,5 aves/10 ha. Esto se debe principalmente a la regresión de las especies dominantes en 1981. Además, hay 6 especies (mito europeo, herrerillo capuchino, colirrojo tizón, reyezuelo sencillo, trepador azul y curruca carrasqueña) que no se registraron en 1981 y que actualmente han sido localizadas. Por otro lado, hay 3 especies (jilguero, oropéndola y pito real) que a pesar de ser localizadas con frecuencia en 1981, actualmente no han sido registradas.

En cuanto al matorral de alta montaña, se ha advertido un descenso en la densidad de aves, de 30,2 aves/10 ha en los 80s a 10,5 aves/10 ha en la actualidad. Siendo especialmente acusado el descenso de la collalba gris, especie clave de estos ecosistemas. La tarabilla europea actualmente es un ave común que no fue detectada en los 80s. Además, especies como la totovía, la cogujada montesina o el acentor común han sido detectadas en la actualidad, pero no hace 30 años.

Los ecosistemas de alta montaña han experimentado cierta ganancia neta de especies en las últimas tres décadas. En 1982 se localizaron 3 especies, mientras que actualmente la cifra total asciende a 5. Al contrario que las otras dos localidades estudiadas, la densidad se incrementa de 4 a 4,9 aves/10 ha. El pardillo aparece como reproductor mientras que la población de colirrojo tizón se incrementa en los ecosistemas de las cumbres de Sierra Nevada. El acentor alpino se rarifica en este lapso de tiempo de 30 años.

Los dos principales motores de cambio global en Sierra Nevada son los cambios en el clima y los cambios en los usos de suelo. El cambio en el clima para el periodo estudiado (1981-1986 vs. 2008-2012) ha consistido en un incremento de la temperatura cifrado en unos 0,105 °C anuales (ver capítulo 1 del dossier de resultados del OBSNEV). En las zonas bajas y medias, los principales cambios en los usos del territorio en las últimas décadas han conducido a la expansión y densificación del bosque y matorral. La magnitud de los cambios se reduce con la altitud, por lo que el ecosistema que más ha cambiado es el robledal y los que menos son los ecosistemas de altas cumbres (ver Figura 1). Las comunidades de aves en Sierra Nevada muestran una fuerte dinámica espacio-temporal que parece estar acentuandose a causa de la incidencia del cambio global.

Los ecosistemas de alta montaña, están caracterizados por una reducida ventana fenológica y una pobre comunidad ornítica. Esta comunidad, está perdiendo su carácter alpino y se está homogeneizando con las condiciones mediterráneas de su entorno. Podemos ver las huellas de este proceso en la desaparición de  algunas especies alpinas que fueron vistas por los primeros naturalistas que visitaron Sierra Nevada en el siglo XIX, como el treparriscos (Trychodroma muraria), el gorrión alpino (Montifringilla nivalis) o la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus). Por el contrario, se están dando condiciones que representan oportunidades para especies con un perfil generalista, como pueden ser el colirrojo tizón o el pardillo, que ya colonizan la alta montaña.

En Sierra Nevada uno de los factores principales que condiciona la distribución y el desarrollo de las especies de aves es la temperatura y las oscilaciones térmicas. Pero además, elementos de la vegetación como la densidad y cobertura de árboles, cobertura de sotobosque, la disponibilidad de troncos caídos, árboles muertos y la edad del bosque, juegan un papel determinante en la composición y densidad de las comunidades de aves. El seguimiento a largo plazo de las comunidades de aves nos permite observar cómo éstas son afectadas por el cambio climático y por los cambios en sus hábitats.

Autores: Lola Álvarez Ruiz


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